Novata en yoga

Hace ya unos meses que de curiosidad, me metí en una clase gratuita de yoga para ver “que onda» y me enamoré.

Comencé con un profesor en palermo, luego  me pasé a uno en belgrano de ashtanga estilo mysore  y finalmente por cuestiones de horarios descubrí un espacio de yoga en Villa Urquiza.

Acá todo floreció.

Comenzar a hacer yoga es exactamente igual a comenzar a bailar tango: todo tiene un proceso largo y profundo pero enamoradizo. Adictivo. Adictivo  mal. Pero mal!

Al principio te atrapa, luego empezas a afilar el ojo y entrás a descubrir que dentro del yoga, hay distintos estilos y que dentro de cada estilo, hay distintos enfoques y que dentro de cada enfoque, hay distintos profesores y que dentro de los profesores, hay distintas personalidades y enfoques del yoga.

Te asustaste no? Bueno, imaginate yo como estaba!

La cuestión es que yendo y viniendo descubrí una variante que se llama Ashtanga.

El Ashtanga es una serie de secuencias (posturas y movimientos) que se aceitan con la sincronización de tú respiración (cuando subo siempre debo inhalar y cuando bajo siempre debo exhalar y esta conbinación se llama vinyasa), que se combina a su vez con una meditación (estar re copado,  tan pero tan concentrado que ni siquiera miras la manchita del piso porque te estás debatiendo mentalmente entre el aire que tenés que respirar, no agitarte y caerte),  que se combina a su vez con tu mente, tu cuerpo en toda su anatomía y alineamiento (yo por ejemplo, descubrí haciendo yoga, que estoy media torcida desde las caderas :/ ),  que se combina con tu espacio arriba del mat (colchonetita sobre la que nos desparramamos para hacer yoga la cual  permite que no te enfríe el piso o que te resbales), que se combina a su vez en respetar al que tenés pegado a centímetros tuyo y todo esto con una duración!

Claro! No estás en un solo de clásico o audicionando vos moviéndote a tu mambo. No no.

La clase de Ashtanga “grupal” es una clase guiada para novatos o vagos. Espíritu de equipo! No somos rugbiers, somos ashtanguis baby!

Yo cada vez que hago Ashtanga siento que mi mat es una isla y que todo pasa ahí.

Ahí arriba.En el mat.

Es como que me subo a una alfombra voladora.

Desaparece el entorno, la gente, todo.

Me quedo sola en el vacio.

El mat y yo. No hay absolutamente nada más que: mi mat y yo.

La voz del profesor me guía como en una regresión.

Lo escucho que dice el nombre de la siguiente postura y escucho mi respiración (mi pranayama) en modo ushai (es una respiración fuerte donde todo el aire entra y sale unicamente por las fosas nasales, no podés abrir la boca para tragar desesperadamente  haciendo trampa, una bocanada de aire cuando te falte que es casi todo el tiempo.. snif)

La respiración ushai parece un ronquido sutil jeje 😛

Lo escucho que me dice dónde empezar y donde terminar, sé que debo llegar de «acá» a «alla» en una respiración. Ni dos ni tres ni una y media.

Una.

Entro y salgo.

No es que me acomodo, me miro y entro.

No.

Entro y salgo.

Una respiración completa. Una inhalación + una exhalación que dure tooooodo mi movimiento.

Respirando en Ashtanga te dás cuenta lo fácil que es largar todo para afuera pero que difícil es entrar en uno, estamos acostumbrados inconscientemente a inhalar menos y exhalar más, el budismo te enseña mucho a inhalar más, a nadar dentro tuyo (acá descubrí las terribles ganas que siempre tuve de aprender a surfear y hacer free diving o apnea).

Cuando me ocupo de mejorar mi respiración (porque me complica la práctica no respirar bien), me acuerdo de esta etapa de mi vida en la que ando «cada vez más para adentro» floreciendo y ordenándome. Surfeando dentro de mí. Aguantando la respiración.

Entro y salgo. Voy una vez más.

Recuerdo la serie 1 (a las piñas soy novata) de las  6 series que tiene la practica de Ashtanga donde llegan únicamente los grosos Ashtanguis (así se llama a un practicante de Ashtanga) del universo. El resto de los mortales pululamos entre las 2 primeras.

Siento que salgo floja y que me aflojo más si la partida es toda babosa porque estoy cansada. P*teo mentalmente. Me quejo de los dolores y de mi poca elongación en la espalda. Me ajusto internamente para reagruparme. Mi propio cuerpo me pesa. Me pesan mis piernas, mi trasero. Me molesta el busto. No me deja pegar la axila a la rodilla o el pecho a los brazos. No me puedo sostener sobre dos apoyos.

Por primera vez en la vida tengo consciencia de la masa de mi cuerpo. No es cuestión de pesaje, es sentirte a vos mismo desglosadamente en cada asana (postura) que te dice «esta parte de vos vá acá» y sentís una balanza que es vos mismo sosteniendo tu pierna y ahí me acuerdo de que soy  jamonuda y p*teo pero temblando y todo, me sostengo la pierna! Agradezco a la vida poder estar sosteniéndome una pierna!. No es poca cosa!. Me duele todo, el hombro me dice: – Hola Viviana acá estoy y en este momento te voy a empezar a hacer doler! dolordolordolordolor.

Me concentro en desactivar “ese” movimiento que me causa dolor (como todo en la vida) y me ordeno para completar mi asana.

Dignidad ante todo!

Pienso en pasar la tensión a las costillas y además en apretar mi centro, mi chakra raíz en contracción de mulabhanda (los bandhas son llaves energéticas que todos tenemos y que en determinadas prácticas deben estar activos.. podríamos compararlo con el temita «del eje» en danza clásica y tango, como para que tengas una idea.. pero no. Ja!

Mulabhanda está adentro del útero y arriba, su contracción es como una succión de panza adentro y órganos sexuales para arriba.

Si. Sé que suena raro :/ I´m weird juju.

Me falta el aire, no paro de sudar, me duelen los isquiones, me duelen los brazos!. Seguro que es porque estoy haciendo fuerza con mis hombros… que también me duelen! Debo pasar toda esa tensión a mi abdomen. De ahi nace todo.

Tambien me duele el abdomen! Respirá Viviana! El rollito de la panza me sonríe.

Maldito.

En la danza y en el yoga todo nace del abdomen. Simple. Hay una base central de biomecánica que coincide en todo: el abdomen.

Cada tanto viene un profesor y te hace un «ajuste» en tu postura. Te toca para corregirte si estás toda quebrada o toda cortita y sentís como esa misma postura, con esa pequeñiiiiiiisima correción, cambia y el aire fluye libremente en tu cuerpo. No hay tensión.

No more pain. Yeah baby!

Imaginate atrapado en una caja sin ventanitas ni aire, viene alguien de afuera y te hacen un agujerito, bueno, eso es lo que sentís cuando un profesor te corrige.

Aire.

Cuando practico Ashtanga me imagino dentro del mar. En una ola. Jugando. Entro, salgo, subo, bajo, fluyo como el agua. Siempre me sentí agua. Estoy trizte porque no consigo visitar al mar. Quiero que estos meses vuelen para poder irme al mar.

Quiero hacer yoga y bailar toda mi vida. Quiero ser una excelente ashtangi 🙂

El hombro me dice hola!  Dolordolordolor!

Cada vez que hago Ashtanga siento que siempre lo practiqué. Me nace mucho amor, mucha solemnidad y respeto, admiración y ternura. Cuando estoy arriba del mat o bailando soy plenamente feliz, feliz, feliz feliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiz !!! (imagen mental de Viviana girando con los brazos abiertos como la institutriz de «La novicia rebelde» en las montañas verdosas de los campos Austríacos)

Y cuando escribo también.

Y cuando comparto mis vivencias con mis lectores, también.

Y cuando enseño tango, también.

Y cuando me hacen reir, también.

A todos los que me preguntan que es el yoga, les digo, que el yoga es la práctica más perfecta para conseguir la budeidad de cada uno de nosotros. Tu práctica depende únicamente de vos.

No es afuera, no depende de otro, depende de vos.

Vos, tu mat  y cada vez que «flaqueás» y te sientas caer, viene alguien y te ayuda.

Como en el tango y los abrazos. Como en la vida.

No estás solo. No estamos solos.

Namasté.

Me pregunto si algún día podré subir toda mi anatomiá a mis brazos para hacer el cuervo.

Por lo menos ya consigo entender donde apoyarme wiiiiiiii !!!

By Viviana Gimena Gigante