Piyama party

Cuando me metí en la primera clase de yoga me pareció que estaba en un piyama party.

Todos en medias, shorts y remeras. O nos levantábamos todos recién de dormir o nos queríamos meter al sobre. Me enterneció por demás y cuando me tocó madrugar a mí para ir, entendí el porqué de algunas caras y cabellos madrugadores (entre los cuales incluyo mis ojeras y ojos achinados)

Ellos, con la ropa arrugada o deportiva “amoldada” para yoga, nosotras, con un rodete despeinado o una colita, calzas, remeritas, y todos, absolutamente todos con zoquetes.

Zoquetes multicolores

Zoquetes con ositos

Zoquetes con estrellitas

Zoquetes para todos y todas.

Estaba tratando de estirar mi hombro cuando en una pasada visual, descubrí como todos en el piso, tirados, desenrollando el mat, o acostados, armábamos un cuadro de un piyama party.

No es cosa de todos los días estar metida con 20 personas en zoquetes o en patas, o ligeras de ropa, o si?

Cuando vas al gimnasio no entrás y te empezás a sacar las zapatillas o zapatos dejándolos todos en hilera perfectamente estacionados, ni te sacás la remera o revoleás los zoquetes y el sweater para algún lado de tu mat o un rincón del salón, o si?

Bueno, los yoguis somos así: nos despojamos rápido de la ropa.

Taráaaaaaaaaaaaaaaan! (cara de contenta fresquita para arrancar) J parada en patas sobre el mat.

Siempre ligeros para la práctica!

Lo que estorba? Fush!

Fush zoquetes que no me dejan sentir el mat y quedar agarrada! (de paso disimulo que me puse “sin darme cuenta” uno con un agujerito :/ )

Fush pantalones cubre shorcitos!

Fush pulseras que se me incrustan en la muñeca en adho mukha!

Fush!

Llegás a clase y sabés que el código es descalzarte y poner tus zapatillas o botas al lado de algún otro par divorciado de su dueño y acordarte, cuando salís, tratás de que con algún código de identificación encontrarlas porque me ha pasado de encarar para algún lateral buscando mi humildes zapas y segundos después de haber entrado y salido del pánico “me chafaron las zapatillas”, calmarme pensando “quien me va a afanar en yoga mis zapatillas” y verlas del ooooooooooootro lado de la puerta, abandonadas, cómo levantando un cordón tipo brazo sacudiéndolo y gritando: – Acá estamos! Acá! Por acá!

Cuando termina la clase lentamente vamos pasando a buscarlas y subiéndonos a ellas encarámos para casa.

No sin antes enrollar el mat y guardar la mantita, el taco y la correa como cuando nos cantaban en jardín de infantes: –

A guardar, a guardar

cada cosa en su lugar

sin tirar, recoger

que después hay que volver.

By Viviana Gimena Gigante