Savasana

La última postura de cualquier clase de yoga en cualquier parte del mundo es la misma.

Todo cambia pero la última postura siempre, siempre es Savasana: la postura del  muerto.

Me quedo tirada en el mat feliz de descansar luego de tanto trabajo físico, de tanta mente que va y que viene.

Me quedo tirada escuchando como anuncian que hay que “soltar todo”, liberar de la mente y esta última postura la que nos inicia a todos en el profundo y maravilloso camino de la meditación.

O acaso nadie llegó a esta observación?

Es en Savasana donde me olvido lentamente de toda mi carne, de mis músculos y tendones que están exhaustos de tanto tironeo, de mi piel que se comienza a enfriar secándo cada gotita minúscula de sudor que me refrescó en toda mi práctica, donde me despego de mis pulmones que controlé en cada respiración. En Savasana suelto todo y absolutamente todo.

Es acá donde mi corazón late tan pero tan despacito que no fueron pocas las veces donde me sobresalté pensando “estoy respirando??” WTF???!!!

Me había olvidado de mi cuerpo, de respirar  y de un sobresalto disimulado sentí que era tan pero tan chiquita mi respiración y que mi corazón latía tan disimuladamente que exhausto se rendía entregándose íntegramente en cada Savasana.

Cada vez que muero pienso en él. Lentamente pienso en el laburo, en la familia, en la vida, en el mar… mentalmente me sumerjo en las profundidades donde me veo desponjándome de todo como cuando te sacás la ropa para nadar desnuda.

Todo se cae. Me libero.

Si la música de fondo me seduce te vienes a mi cabeza de una forma imposible de limpiar. Estoy tirada en el mat “muerta” y no logro dejar de ver tu cara, tu pelo, tu sonrisa.

Te me vienes en la mente en la muerte. ¿Será posible?

Te arranco subiendo más arriba o nadando más a fondo del mar, lentamente logro echarte de mi muerte, fuera de mi savasana.

Me despego del piso, no siento la espalda ni mis brazos y piernas que me sostienen contra el piso. No siento nada. No escucho mi aire entrar o salir ni mi corazón y siento mucha luz sobre mi cabeza.

Fueron muchas las veces donde creí tener la luz prendida en la clase.

Sobre mi cabeza.

Imposible.

Estamos todos a oscuras.

Estoy acá tirada, muriéndome en la carne para renacer nueva, descansada, relajada, recompuesta agradecida por esta clase.

Agradecida de poder morir y morir y morir para volver a nacer y nacer una y otra vez en cada despertar de Savasana.

Los problemas desaparecen, los dolores emocionales se congelan, cuando estoy muerta todo es paz y luz y felicidad, todo es un pasaje de aprendizaje para volver más y más y más fortalecida y cruzar la puerta del salón plenamente convencida de que he muerto tantas veces y regresado que ya perdí la cuenta.

Todos morimos todos los días en cada dolor en cada perdida en cada momento cruel que atravesamos, a unos nos toca sobre un mat a otros fuera de él.

Lo importante no es morir, lo importante es volver a la vida de alguna forma y permanecer.

Dedicado a todos esas personas que afrontan dolores fuertísimos y que han encontrado en el yoga la ayuda para arrastrar la carga, como dijo mi Maestro Siddharta Gautama: “Cualquiera que sea la causa de tú sufrimiento, no lastimes a otro”

By Viviana G. Gigante http://www.ochitocortado.com